25 enero 2016

Diversidad sexual

Voy a ir creando una serie de entradas este tema con la etiqueta "Diversidad sexual", para que si alguien quiere leer específicamente sobre esto pueda leerlos del tirón, separando la paja del grano. No pretendo sentar cátedra, me voy a limitar a exponer lo que he aprendido por la experiencia, tras miles de horas de escucha, de preguntas, de lecturas, de reflexión. De hecho es muy probable que en poco menos de un año tenga que cambiar algo porque he aprendido matices nuevos, incluso nuevas perspectivas que me hagan removerlo todo. Y sí, claro, lo que más me enseña es discutir con quien opina distinto ;D. Si no fuera así, seguiría con mi pensamiento ochentero.

Para entender la diversidad hay que deconstruirse, algo que las que andamos por el feminismo sabemos muy bien, sobre todo de la última ola del feminismo que pretende ser absolutamente inclusivo. Hasta ahora la formación sobre diversidad sexual se llamaba educación afectivo-sexual que significa educación sobre orientaciones sexuales (homo, bi, hetero). Obviamente provenía del colectivo LGB(ti) y el enfoque venía a ser algo así como: "vosotros, heteros (normales), tenéis que entender(nos), aceptar(nos) y normalizar(nos), a nosotros, los homo/bi (raritos)". Porque ese es el mensaje que llegaba. Era un trabajo de información y reivindicación de derechos, sí, pero también era un trabajo que apelaba a la empatía y la compasión. Pero es que la diversidad sexual es otra cosa. La diversidad sexual se da en todes nosotres. En todes. Ningune somos 100% mujer, ni 100% heterosexual, ni tenemos un 100% de comportamientos masculinos, ni un aspecto 100% femenino. Si alguien se acerca muchísimo a cualquiera de esos 100% no sería la norma, sino la excepción. La norma es que no lleguemos porque TODES somos diverses. Sí, también diversosexuales.

09 enero 2016

Desde mi cueva

Mi asociabilidad cada día avanza más y me voy dejando por el camino a tanta gente que me importa. Más veces de las que puedan creer, me acuerdo de una, de otro, de otra, y ni aún así me decido a enviarle ni un triste wp, ni una penosa contestación porque parecería de compromiso y ya está bien de andar siempre excusándome. Pero vale, sí, me excuso, ante ese puñadillo de personas que me importa merece la pena excusarse de vez en cuando.
Estas fiestas que han pasado vienen con obligaciones sociales que me saturan mi cada vez más reducida capacidad social. Y mi hijo suele necesitar, de vez en cuando, que en su propia interacción social yo tenga que participar, llevándole a un lugar o a otro. Así que se me acumulan las ganas de aislamiento.
No me lo tengáis en cuenta, please, que os quiero más de lo que doy a entender.