31 julio 2014

Qué bonito es el voluntariado

Cuando yo creé la asociación de Chrysallis, lo hice porque vi muy necesario que las familias de menores transexuales se unieran para conseguir que se respetaran los derechos de nuestros hijos. Como familias individuales o como grupo de familias no conseguiríamos nada. Como asociación tendríamos alguna oportunidad.

Al principio éramos unas quince familias nada más, y no había nadie que quisiera responsabilizarse de algo así. Sólo Violeta Herrero, aunque ella prefería limitarse a Madrid (yo podría haberme limitado también a Andalucía, donde desde ATA ya estábamos trabajando muy bien con las familias de menores, pero yo quería ayudar a las familias de TODA España). Finalmente conseguí convencer a dos familias para que accedieran a formar parte de la junta directiva imprescindible para formar una asociación. Dije que todos seríamos co-presidentes, para evitar suceptibilidades, pero nadie quería más responsabilidades. Que fuera yo la presidenta. O lo que es lo mismo: que siguiera haciendo yo el trabajo.

La asociación siguió adelante, contra viento y marea. Solían despertarme antes de las ocho de la mañana llamándome al móvil, y en ocasiones me daban las dos de la madrugada enganchada al teléfono. Hablaba mientras hacía la comida, mientras compraba en el Mercadona... muchas veces me puse la comida en la mesa y no comí. Me acostumbré a tirarme todo el día picoteando entre los espacios de tiempo que me dejaba tranquila el teléfono. Muchas, muchas, muchas veces colgaba un teléfono porque me habían llamado por el otro. Todo esto lo saben y lo han oído muchas de los miembros de la asociación (afiliados o no), a todos los que ayudé, periodistas a los que atendí, miembros de otras asociaciones, políticos, directores de colegios e institutos, orientadores, psicólogos, endocrinos y un largo etcétera. Porque fueron muchas horas, muchos días, muchas semanas, muchos meses sin descanso. Cuando el teléfono me dejaba tranquila aprovechaba para escribir reclamaciones, solicitudes, para buscar información sanitaria, legal (yo no nací sabiendo)... se tarda muchísimo en buscar información y adaptarla a lo que necesitas. Tardé mucho en decidirme a hacer la web porque sabía que tendría que encargarme yo de ella. Completamente. De todo, incluso del dinero. Porque hasta ese momento todo lo estaba pagando yo del bolsillo. En junio de 2013 llegué a gastarme 280 euros entre viajes y móvil y tuvimos un encontronazo mi marido y yo, porque él apenas llevaba cuatro meses trabajando tras más de dos años de paro sin cobrar nada y viviendo de la caridad de mi madre, y con un sueldo mileurista.

Hasta que no llegó Natalia Aventín a la asociación, no había aparecido nadie más que quisiera y pudiera ayudarme a tirar de ella. En cuanto vi que Natalia tenía ganas y capacidad, quise que fuera ella la nueva presidenta. Necesitaba descargarme. Estaba agotada. Física e intelectual, pero también emocionalmente. Las organizaciones solidarias son un nido de víboras, donde la mayoría de los que ostentan puestos de poder tienen alma política y están ahí para medrar. Unos cuantos están para vivir de ello y se agarran a su puesto como a un clavo ardiendo. Otros cuantos son auténticos megalómanos, para los que lo único que importa es ser importante, ser famoso, ser líder. Y otros, claro está, son buena gente que se complica la vida para ayudar. Pero estos últimos son los que menos tiempo se mantienen. Hace falta tener muy pocos escrúpulos para luchar contra tanta gente sin escrúpulos. Así es que la lucha por los derechos humanos se convierte en un 20% de lucha contra la sociedad y las instituciones, y en un 80% de lucha contra los "aliados". Es por esto que para noviembre de 2013, cuando al fin apareció Natalia por la asociación, yo lo estaba pasando realmente mal. No hay nada que me afecte más en este mundo que la traición. Lo único que yo quería era seguir trabajando en la sombra para que dejaran de lloverme hostias, pero no podía rendirme, porque no había nadie más. Si yo no lo hacía nadie más lo haría. Tenía que seguir. La asociación era más importante que yo.

La asociación siguió creciendo y para cuando ya rondábamos el centenar de familias, ya habían aparecido más cabezas pensantes y más manos dispuestas a colaborar. Algunas para figurar (megalómanas), pero otras para ayudar realmente. En el encuentro nacional de familias que se celebró en marzo, comprobé dos cosas: las dimensiones que había adquirido una traición (tal vez algún día hable de lo que me ocurrió con Mar Cambrollé y algunas familias andaluzas), y que ya había suficiente gente como para que la asociación tirara adelante sin mí. Si yo sola había podido con todo hasta ese momento, bien podrían varios hacer lo que yo hacía e incluso más. Así es que, agotada anímicamente como estaba (y como estoy), a la primera mierda que me echaron encima "desde dentro", me perdí. Me retiré. Me asomaba de muy tarde en tarde a los grupos (en Whatsapp, en Facebook, en Telegram...), y volvía a ver mierdas y volvía a retraerme. Estaba (estoy) tan cansada de miserias humanas...

Al cabo de un par de meses o así ya supe que no podía volver. Mi tolerancia a la miseria estaba bajo límites y no podía ser lo diplomática como se requiere para estar en un puesto de responsabilidad. Sabía que si volvía perjudicaría más a la asociación que la beneficiaría. Los malos rollos serían constantes y yo no quería eso. Ni por la asociación, ni por mí. Así es que dije que no volvería.

Lo primero que hicieron fue echarme en cara que lo dijera tan tarde. Pero sé que algunos se congratularon con esa decisión. Y lo sé porque ese veneno en contra mía se fue extendiendo hasta llegar a la situación de hoy.

A pesar de todo, yo continué ayudando en lo que mi poca tolerancia admitía. El único modo en el que yo podía seguir ayudando sin tener que mantener ningún tipo de contacto con nadie (no, de nuevo no tolero hablar con nadie, vuelvo a ser tan asocial como en mis "mejores" tiempos) era a través de internet. Un vehículo desde el que llegar a muchas personas. Así es que poco a poco, volví a participar (a mi manera) en la asociación subiendo artículos, noticias, vídeos, etc. en la web. Como disponía de más tiempo me entretuve en actualizarle el aspecto. Pero las mierdas seguían sucediéndose y no sé por qué coño me seguían doliendo. ¿Dónde diablos está la saturación que a mí no me llega? No me hago inmune a la miseria ajena, como no me hago inmune al dolor ajeno. Eso me llevó a la decisión de anularme como persona socialmente (las redes son sociales). Borré a todos mis amigos de Facebook, me salí de todos los grupos (whatsapp, facebook, etc.). Eva Witt ya no existiría para nadie. Y yo evitaría en todo lo posible enterarme de qué se cocía dentro de la asociación. Mantenerme lo más posible al margen era el único modo de poder seguir estando dentro. Parece una paradoja pero no es tan difícil de entender.

Pero no. Como yo contesté en tres o cuatro ocasiones como Chrysallis afmt, decidieron que yo me quedaba fuera. Decidieron que nadie hablaría en nombre de la asociación si no era con consenso, pero en lugar de comunicármelo para que me abstuviese de volver a hacerlo, lo que hicieron fue cambiar las contraseñas de Facebook, de Google y de la web, dejándome fuera. Sin avisar. Esas cuentas, todas, las había creado yo, les había dado yo las contraseñas y ellos me dejaron fuera para que no siguiera ayudando. Si me hubiesen comunicado las condiciones, yo podría haber decidido haber continuado bajo sus condiciones o no. Pero su idea no era que yo pudiera decidir si continuaba o no. Su idea era que yo no continuara. ¿A alguien no le queda claro todavía? Joder, si es que incluso han puesto "Eva" a todos las entradas de la web que se subieron como "Chrysallis". Yo las subí como Chrysallis para no darme bombo demostrando todo lo que yo hacía. Ellos han puesto "Eva" a esas entradas, pero no "Eva Witt", ojo, solo "Eva", no sea que todos vean parte de todo lo que "Eva Witt" hizo. Mi buena fe había llegado hasta a dar MI tarjeta de coordenadas de la cuenta bancaria, con lo que si ellos hacían cualquier movimiento dinerario la responsable sería yo. Intentaron sacar todo el dinero sin decirme nada. Cree el ladrón que son todos de su condición, y así es que se temían que el dinero que nunca había tocado, ahora iba a quitárselo ¡¡¡¿¿¿???!!!

Lo más terrible y lo más gracioso de todo esto, es que yo puedo recuperar todas mis cuentas si me da la gana. Tengo un mes para hacerlo. Todas las cuentas. En mi poder está borrar de la faz de la Tierra parte del trabajo que yo he hecho (y digo parte porque el importante, los documentos, la ayuda... la creación de lo que ahora me excluyen, eso ya no se puede borrar). Pero no lo voy a hacer. Y no lo voy a hacer por la sencilla razón de que yo creé la asociación para AYUDAR y no para perjudicar a nadie. Si jodo a los que me joden, estaría perjudicando también a gente inocente que sigue necesitando la asociación. Y escribo esto para dejar claro por qué me fui. Aunque no haya contado las mierdas que me hicieron retirarme, pero es que no me gusta remover mierdas aunque algunos parecen creer que si no lo hago es porque soy imbécil. Y también escribo esto porque si no me desahogo reviento, y el único modo de desahogarme no es escribiéndolo para mí, es contándoselo al mundo (aunque al haberme quitado a todos los amigos sepa que esto no llegará a prácticamente nadie, mi inconsciente se conforma).

Sólo queda una cosa que me seguirá provocando desazón por mucho tiempo: "¿Qué les he hecho tan malo para que  me traten así?". Porque este ha sido el pago a tanto esfuerzo por ayudar a los demás.